Mayo 05, 2024

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Isabel EcharriLa antesala del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Eivissa acoge la exposición del artista Isabel Echarri 'Vida y muerte de nuevo', que permanecerá expuesta hasta el mes de diciembre.

El concejal de Cultura, Pep Tur, ha afirmado que 'con esta exposición homenaje continuamos con una programación del Museo de Arte Contemporáneo en Can Botino y que tiene un objetivo importante, sacar el arte de las mismas fronteras del Museo.

Con esta exposición en Can Botino lo que se pretende es acercar el arte a la ciudadanía, acercar las vanguardias del siglo pasado también a los visitantes para que sean conscientes y valorar la potencia del arte que se ha ido haciendo en nuestras islas durante ese tiempo'.

El concejal de Cultura también ha querido destacar el trabajo que se hace desde el MACE en la labor de reivindicación y dar a conocer el arte que nos rodea y ha animado a todo el mundo a que, durante este año que la obra de Isabel Echarri estará en Can Botino, se acerque a visitarla.

Por su parte, la directora del Museo de Arte Contemporáneo, Elena Ruiz, ha destacado que 'Isabel Echarri es una de las figuras más significativas de los pioneros de las vanguardias del siglo XX en Eivissa. Llega a Eivissa en los años cincuenta y en los últimos años vive en Formentera'. Con esta exposición 'se le hace un acto de justicia al reivindicar esta figura de la mujer artista radical porque pertenece a una filosofía del arte radical donde vida y obra se unen. Su manera de vivir y crear confluyen y es una oportunidad más, por parte del Museo de Arte Contemporáneo, de poner de manifiesto que el espacio donde se encuentra la exposición, juega con el arte de una manera muy singular y especial'.

Para la directora del MACE, Elena Ruiz, 'el significado de la obra de Echarri es la crisis de la vida. Estamos en un momento vital en que los artistas nos están contando ese momento crítico que estamos viviendo como sociedad y, aunque las obras expuestas han sido realizadas en 2021, tienen una absoluta vigencia porque nos están hablando del concepto de la vida, la muerte, quiénes somos, es decir, preguntas trascendentales'.

Texto exposición directora Museo de Arte Contemporáneo de Eivissa, Elena Ruiz:

Analizar la obra de Isabel Echarri reiteradamente es tener la certeza de que aflorarán nuevos y determinantes descubrimientos. El caudal comunicativo no se agota sino que se renueva con el paso del tiempo y su vigencia se conserva como el primer día.
La dialéctica entre forma y contenido, en el caso de Echarri, es fuente muchas veces de confusión, pues el soporte es tan sustancial que se diría que sus obras son más escultóricas que otra cosa; construcciones y ensamblajes en donde la materia es en sí misma el significado. No obstante, los símbolos; muy abundantes, nutren y crean una extensa iconografía, que alude una y otra vez a la vida y la muerte como un todo unitario, como un tema recurrente y casi obsesivo.
El evidente hermetismo que hay que desentrañar está trufado de convencimientos intelectuales de la propia autora, que trabaja a caballo entre el reconocimiento de las acciones subconscientes, tanto como de la voluntad conceptual libremente elegida.
Hace mucho determinó crear con papel o en papel. El papel como sustancia básica, se constituyó en un signo de reconocimiento de perosnalidad y estilo, y rehusó o desterró, a su vez, lo pictórico y todo formalismo. El papel manufacturado conlleva un lento y artesanal proceso que Echarri entiende como parte misma de su obra.
El papel se diría frágil pero lo cierto es que también es fuerte y moldeable, de suerte que permite la formación de relieves, y al ser tan sensible a los agentes erosivos puede incorporar matices provenientes de lo casual, en una permanente y sutil trasnformación que va dotando a las obras de una vitalidad que va sumando valores pero que también es destructiva. Papeles de toda clase de gramajes y texturas diversas, son susceptibles de ser perforados, solapados, superpuestos, rasgados, doblados o recortados, y conforman un repertorio de contenidos simbólicos muy sensibles.
Las presencias objetuales y los textos poéticos, a menudo de Fernando Arrabal, fiel colaborador por años, componen unas narrativas que permiten lectura y contemplación al mismo tiempo, y sutilmente aportan un enorme caudal interpretativo, permitiendo que toda una suerte de figuras retóricas, como las metáforas y sobre todo las alegorías enriquezcan los significados.

Echarri trata el blanco, predominante en su obra, no como un color sino como una sustancia resultante de la calcinación de la materia; toda una alquimia figurada en la fuente de luz y calor que es el fuego; fuego purificador y generador que a menudo se expresa en sus obras mediante toques de pan de oro o de arena. El concepto blanco tiene para ella una estrecha relación con la ceniza y el polvo de un génesis, principio y fin de todo, y responde a una necesidad de figuración del mito del Ave Fénix.
Los elementos tomados de la naturaleza como la arena, las cañas, las ramas, las hojas secas de pita o las fibras de palmera, nos indican la imbricación de la artista en su contexto natural, en su habitat, en Formentera, pero al mismo tiempo son humildes componentes de una plástica que se diría se le ofrece instintivamente y que apela al universo natural; a la vida.

Su reiterada reflexión sobre la vida y la muerte, que Echarri concreta simbólicamente en el juego del ajedrez y también en el laberinto espiral, le lleva a manejar una narrativa alusiva al tablero, las sombras y las luces
(casillas blancas y negras) y el discurrir de los caminos y estrategias de los trebejos (alferza, roques, caballeros, obispos o peones).
Esta exposición ha de entenderse como una instalación conjunta. Recorrerla permite recrearse en lo que tiene de viaje la vida humana, marcada ésta por los tiempos y los números o las cifras que sirven para medirlos, a través sobre todo de la memoria, a la que Isabel Echarri ni puede ni quiere renunciar.
Es una invitación a transitar por un laberinto simbólico que tiene y no tiene principio ni fin. Todo son símbolos: la circunferencia, el cuadrado, el oro, la arena, los números y los relojes. También es símbolo la calavera, y uno muy importante, sobre todo por lo que tiene de cultural, ya que no solo se asocia a la muerte directamente, sino al concepto del tempus fugit; muy tratado en las representaciones del arte barroco y de la Contrarreforma y que ahonda en la idea de trascendencia del espíritu frente a la materia; siempre perecedera.
La angustia que emana de los planteamientos radicales de las obras de Isabel Echarri, se percibe tanto como la pulsión liberadora que encarna otro símbolo volátil y ascendente; la paloma. Blanca y poderosa, irreductible y siempre viva, el ave, como si de una Reina Blanca se tratara, consigue sugerirnos la idea de un espíritu que escapa de lo matérico para devenir en eterno e inmanente en las esferas celestes.

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